Pensar Resnais, pensar Solaris

Andamos en Solaris enfrascados estos días en la puesta a la venta del libro Alain Resnais. Los entresijos de la memoria que, aunque no lo parezca, es uno de nuestros proyectos más antiguos. Si recordamos sus orígenes, la memoria se remonta nada menos que al otoño de 2019, de aquel tiempo prepandémico que, por más que vaya pareciéndose cada vez más al actual, o este último a aquel otro, sigue pareciéndonos un tiempo perdido, pretérito, anterior a todo. En aquellos días, los del nacimiento público de Solaris y los del lanzamiento de nuestro primer libro, días en los que la desesperación acompañaba al hecho de advertir que cada pequeño paso en nuestra recién iniciada actividad editorial suponía tener que aprender algo —todo parecía requerir de una investigación, una consulta, una organización interna, un proceso que habíamos de seguir sin podernos saltar ningún paso…—, fue cuando recibimos, acaso en uno de nuestros momentos más difíciles, la propuesta de lanzar un monográfico sobre Alain Resnais, el gran cineasta de la Rive gauche y de la denominada Nouvelle vague.

Puede parecer que la propuesta podría no encontrarse demasiado lejos de la que, con el tiempo, iba a convertirse en nuestra línea editorial, considerando que el primer número de la Colección SOLARIS llevaba por título De Arrebato a Zulueta, y estaba dedicado a uno de los más importantes cineastas de la historia del cine español: mirar Resnais, como mirar a Zulueta, era mirar el cine en perspectiva histórica, era proponer una mirada histórica como estrategia para pensar en profundidad el cine de uno y otro. Y es que sus cines, el de Zulueta y el de Resnais, aparentemente dispares, encuentran sin mucho esfuerzo algunas tangencias cruciales, tales como la obsesión de ambos por los procesos de la memoria, por el empeño de recuperar algo de un pasado perdido, acaso modelo divino de objeto resistente que ambos directores se estiran con el cuerpo para llegar a arañar, a aterrizar en jirones de imágenes, que poder encarrilar en la verdad del sentido. Resnais lo pensaría más en dirección al presente y sus exigencias, las necesidades que el hoy trata de resolver con los restos del ayer, mientras que Zulueta aspiraría más bien por anhelar la perfección de ese tiempo perdido, y no estaría dispuesto a actualizarlo, ni domesticarlo en el tiempo cronos del hoy. Pero obsesión, en ambos casos, y al mismo tiempo conciencia de una pérdida que tiene que ver con el paso del tiempo, sea esta una pérdida en la forma de mirar ese pasado, o sea la pérdida del objeto mismo, todo él, al estilo de Zulueta.


Cabía, por tanto, la idea de abordar Resnais como pensábamos que abordaríamos Zulueta, o Polanski, por la vía de sus Apartamentos, o hasta Kubrick, y las fantasías y diatribas de una masculinidad herida como la de Tom Cruise en Eyes Wide Shut. Parecía, digo, pero solo lo parecía, porque al final, la propuesta de sumergirnos en el legado de Resnais, quizás, precisamente, por lo que de legado tiene su filmografía, requirió una aproximación diferente, una forma, acaso incluso contraria, por los engranajes de la mirada, que nos exhortó a una revisión más profunda de Solaris, de sus proyectos, de la amplitud de sus concepciones y horizontes editoriales, y terminó requiriendo… ¡un nuevo mapa de territorios! Así se conformaron las actuales colecciones, concebidas a finales de 2020, y que fueron encontrando reflejo gráfico en la primavera de 2021, que organizaron nuestros proyectos, que desbordaron la célebre Colección Solaris y nos lanzaron preguntas por los caminos que íbamos a tomar, en términos editoriales, a partir de aquel momento. Y todo por Resnais, por aceptar con ilusión la propuesta de pensar a Resnais, que terminó obligándonos a pensarnos a nosotros mismos y al sentido de nuestro proyecto, Solaris.
Por eso es que, con la salida de este libro sobre Alain Resnais, «se cierra el comienzo», escribimos los últimos compases de nuestro primer movimiento, y aunque tengamos la tentación de imaginarnos más sabios, es mejor idea reconocer que ahora solo sabemos más cosas. Para nosotros, este primer número de la colección Bitácoras, es una metáfora de nuestros comienzos, de nuestras tientas erráticas con las que hemos ido levantando nuestros flancos, nuestros escaparates y los acomodos de nuestro propio deseo editorial. Y también es un libro superviviente que ha atravesado la frontera del confinamiento, la bisagra siniestra que une nuestros tiempos perdidos, los de todos, con los que somos ahora: un fósil guía, por tanto, un libro parido ahora que es huella de otros que fuimos, hace mucho tiempo, en otro tiempo. Este libro tiene una fachada que da a ese otro lado anterior al confinamiento, pero también otra que se asoma a este nuevo tiempo, y aunque sabe mejor que ningún otro de la transformación sufrida, también es el que mejor cifra nuestro deseo de seguir adelante con nuevas propuestas y nuevos retos.