Así nació el libro «Visiones del Abismo. Pensar el cine desde Eugenio Trías»

El origen del deseo de crear un libro puede ser tan inmediato como una justificada efeméride, o puede provenir de un recóndito interior, no siempre del todo ubicable, y a menudo más pudendo de lo que desearíamos que fuera. Hay buenas razones para cuidar eso de transparentar el deseo editorial, que a priori parece un fenómeno público, un punto de convergencia de un deseo colectivo, pero que a menudo puede traslucir de más y dejarte expuesto y desnudo. Otras veces, el deseo va cobrando forma por la inercia de unos acontecimientos, de unas experiencias, conversaciones, lecturas…, unos hitos primero aislados, que van dejando su poso, pero que luego, vistos en perspectiva, hacen emerger una forma, y entonces pareciera que siempre estuvo allí, y que el deseo de ver editado el libro viene de un tiempo muy arcaico. «Joining the dots», lo llaman algunos.
Algo así sucedió con el origen del libro Visiones del abismo. Pensar el cine desde Eugenio Trías, que SOLARIS publicará durante la primavera de 2023, aproximadamente. Se trata de un libro colectivo en el que un grupo de autores y escritores de cine juegan a advertir, identificar y ensayar las ideas principales de la filosofía de Eugenio Trías, uno de nuestros mayores filósofos españoles, en películas de grandes directores de cine (Tarkovski, Ridley Scott, Bergman, etc.), además de Hitchcock, el director de cine favorito de Trías. Pero ¿cómo nació la idea de editar un libro como este…, un libro con una buena dosis de riesgo? ¿De la pasión? Desde luego, siempre en nuestros libros, nacidos a la contra de las tendencias editoriales, dirigidos a personas que desean pensar el cine audacia, con filosofía y con mucha capacidad de atención, pero ¿dónde surgió este proyecto? ¿En qué preciso momento apareció por primera vez la idea?

Este libro tiene dos momentos que actuaron como detonantes. Uno de ellos es muy anterior al nacimiento de la editorial SOLARIS, por lo que nunca pudo haber provocado por sí mismo la edición de este libro, pero sí tengo el recuerdo de la fuerte impresión que me dejó aquel día. Fue el 17 de septiembre de 2018. Y tiene un nombre propio: el de Félix Recio. Y un lugar, el Ateneo de Madrid, en la Calle del Prado. Félix, sociólogo y psicoanalista, es un conferenciante habitual en el Ateneo, a menudo en torno a temas de cultura y filosofía clásica, psicoanálisis y estética en general. Yo he tenido el gusto de asistir varios años a su seminario sobre psicoanálisis, donde trabajaba textos de Lacan, Freud, Badiou, Ángel González, Kafka, y muchos otros, pero un día descubrí que estaba programada una conferencia de Félix Recio sobre la filosofía de Eugenio Trías. Nunca había vinculado a Félix con la filosofía de Trías, del que apenas había leído Lo bello y lo siniestro, pero recordé lo mucho que había cambiado mi forma de mirar el mundo por culpa de ese pequeño libro, que arrojaba la reveladora idea central de que «lo siniestro es condición y límite de lo bello». La primera vez que leí ese libro, me pregunté cómo es que Kant, en sus reflexiones en torno a Lo bello y lo sublime, con lo exhaustivo que suele ser el filósofo alemán, había dejado la reflexión a medio camino, sin darse cuenta de que el eje se extendía más allá de lo sublime, y que lo siniestro era, de hecho, su máximo horizonte, o su auténtica esencia. De repente, como si me hubieran regalado unas gafas con las que radiografiar el mundo, miraba alrededor advirtiendo lo que de terrible había en el reverso de todas las cosas más deseadas y hermosas de mi mundo. Fue una revelación… de la que quería saber más, y que fuera Félix Recio quien fuera a contármelo, me pareció algo que no debía perderme de ninguna forma. Así que fui, a la conferencia, a escuchar a Recio hablar sobre las cosas bellas y lo que de siniestro se escondía en ellas.
No obstante, como suele pasar siempre con las cosas geniales, no fue… como tenía previsto que fuera. Si lo pensamos, algo de eso tiene que ver, precisamente, con la lógica de lo bello y lo sublime, siendo lo inesperado parte de eso que se nos escapa, que desborda la mera belleza, pero que deja huella y nos fascina sin remedio. Había dado por hecho que Trías era solo Lo bello y lo siniestro, y había ido a escuchar a Recio hablar de ello, pero este me dejó en blanco con tan solo dos frases al principio de su ponencia: «si Eugenio Trías hizo una aportación principal a la filosofía fue la idea de Límite». Y sobre todo… la segunda: «En Trías, el Límite, nunca es una raya, o una línea». ¡¿Qué podía ser un límite sino una línea divisoria?! Como Félix defendió, en Trías, esa línea no lo es, sino que hay todo un conjunto de cercos y espacios solapados entre sí que nutren y enriquecen el interior de esa línea divisoria, hasta el punto de que ya… simplemente, como digo, no lo es. Y esa línea podía ser la más importante del mundo, la del límite mismo del mundo, de hecho. Y de repente el cine aparecía como un vertiginoso experimento de acercamiento a ese límite del mundo, ¡a todas las formas que podía tomar ese límite! Entendí que había juzgado demasiado rápido a Eugenio Trías, que me había quedado apenas en el umbral de la puerta, y que su obra era mucho más inmensa de lo que había especulado al principio. En realidad, y esto lo entendí ese día, sabía bien poco de Eugenio Trías. De camino a casa, caminando desde la Calle del Prado en dirección a la Puerta del Sol, me di cuenta de que Félix me había dejado absorto con apenas un puñado de ideas fuertes de la obra de Trías, de la que… claro, ya quería saber más. El límite no era una raya… —me repetía—, sino que dentro había un mundo, esperándome. Y creedme que esa noche tenía ganas de contárselo a todo el mundo. Debí de estar dando la lata a mis amigos con aquello del límite y de sus cercanías durante una buena temporada, ¡ojalá hubiera conocido ya entonces a Vanessa Brasil!, pero no, aún no. Esa noche nació la mitad de este libro, Visiones del abismo. Pensar el cine desde Eugenio Trías.

El segundo momento en que el proyecto de este libro cobró forma tiene que ver con otro nombre propio: el de Vanessa Brasil. La primera vez que me fascinó su trabajo como analista de cine, fue cuando participó, en la distancia, con un video grabado, en una actividad organizada por la asociación Trama & Fondo y que se celebró en Madrid, algunos años antes de la pandemia. El evento llevaba el título de «Los funerales fordianos», y reunió los trabajos de muchos analistas de cine (incluyendo a otros solaristas, como Lorenzo Torres, Basilio Casanova, Luis Martín Arias, etc.) que se centraron en las escenas funerarias de las películas de John Ford. Vanessa desplegó un análisis sobre una escena de La diligencia, con un montón de referencias a esculturas y obras de arte, que consiguieron resignificar y enriquecer los sentidos de aquella escena; para mí fue una de las mayores sorpresas de la jornada. Pero no fue hasta el verano de 2019 que tuve ocasión de hablar con ella, cuando la convocamos, desde ‘SOLARIS, Textos de cine’, para participar como autora en el libro SOLARIS #2 Trilogía del Apartamento de Roman Polanski. Desde entonces, además de ser una de nuestras autoras habituales —ya ha participado en más de cuatro volúmenes de Colección SOLARIS, y coordinado este primer libro para la Colección ESPEJOS—, tengo la suerte de poder decir que se ha convertido en una amiga, una persona muy cercana, a pesar de la distancia. Sería vergonzoso confesar las horas de audios de Whatsapp que hemos compartido ya, y mucho más si reveláramos lo que ha llegado a durar alguno de ellos. Entre nuestras conversaciones asíncronas, una vez, salió el tema de Eugenio Trías. No salió porque sí, sino porque la obra de Trías, y sobre todo esa dialéctica de Lo bello y lo siniestro, aparece muy frecuentemente en las bibliografías de sus trabajos. Comentábamos la increíble productividad de la obra de Trías para toda clase de textos, trabajos y ensayos de temática y aproximación estética… y de lo mucho que nos gustaba el libro en cuestión, ¡que era lo más importante! La prueba de esa pasión fue una fotografía en la que se apreciaba el estado físico en que se encontraba ya su edición portuguesa de Lo bello y lo siniestro: un libro en ruinas, coronado alrededor con los colores de mil post-its, que se apreciaba bien que se había ganado un buen descanso, después de tantos años.
En una de esas conversaciones, Vanessa y yo celebrábamos el punto de vista que la obra de Trías confiere al analista de cine, una atalaya intelectual no solo muy productiva, sino además muy naturalmente ligada a lo cinematográfico, pero no porque el propio Trías fuera cinéfilo, sino porque hay algo en su obra, en su idea del Límite, en sus conceptos básicos, que parecen albergar una voluntad cinematográfica inherente, una íntima conexión con un arte de imágenes en movimiento. Compartiendo la potencia de una mirada triasiana sobre el cine, nos preguntamos: ¿no sería genial proponer un libro completo para mirar el cine desde la obra de Eugenio Trías? No un artículo, no un solo texto, dentro de un libro; sino un libro completo articulado en torno a esa propuesta: pensar el cine desde Eugenio Trías, probar a llevar hasta el final la potencia de su obra cuando se trata de mirar cine. Y así fue cómo nos entusiasmamos con la idea… Eso sí, aún quedaba terminar de creernos que pudiera hacerse realidad, es decir, convencernos de que la propuesta iba a ser capaz de atrapar el deseo y la ilusión de nuestros lectores de SOLARIS. Es decir, ¿habíamos dado con algo… o no éramos más que unos ilusos? El mundo del libro está tan mal… ¿y nosotros íbamos a ponerlo a prueba con una propuesta tan arriesgada? El tercer nombre de este nacimiento es el de Marta Villarreal, que vio el libro en su cabeza desde que conoció la idea, y que entendió rápidamente que, sin duda, sería un libro potente. Como ha pasado tantas otras veces antes, sin su determinación, muchas buenas ideas se hubieran perdido para siempre.
Ya solo quedaba terminar de encajar las piezas: incorporar a Vanessa a la coordinación del libro, hacerle saber a Félix del efecto de aquella conferencia y rogarle que participara en este nuevo libro escribiendo sobre Trías; y empezar a pensar en los autores más idóneos, incluso aquellos que tuvieron el privilegio de conocer al filósofo en persona, para incorporarles a este libro que, además, terminaría siendo un cariñoso homenaje.
Ricardo Sánchez Ramos.