Órbita SOLARIS 27 de marzo de 2022

¿Es “Melancolía”, de Lars von Trier, la mejor representación de la depresión en el cine?

Esta es una de las preguntas que se vienen haciendo, desde el estreno de Melancolía en 2011, no solo los analistas de cine y expertos en imagen, sino también buena parte de aquellos cinéfilos que sufren en primera persona sus problemas de depresión. De hecho, para ellos, Melancolía no es solo una película, o ni siquiera solo una gran película premiada hasta la saciedad y seleccionada como una de las mejores producciones de la última década, sino una que señala con precisión matemática los estragos y sufrimientos atravesados por los pacientes de esta enfermedad. Es decir, una película importante para ellos, relevante, capaz de aliviar a algunos, llevando a la pantalla la representación de sus síntomas y vivencias, extraordinariamente reales, pero también imposible de ver para otros, para los que la proyección de las imágenes reabre sus heridas y tira de ellos de regreso a un pozo del que no quieren saber absolutamente nada. Tal es el efecto imparable de este film, rodado por Lars von Trier, después de atravesar, él mismo, una terrible depresión. El film, por tanto, como la huella de una gran desolación, con la que el cineasta se comunica, quizás sin buscarlo, con aquellos que también han sufrido su oscurísima travesía, en un diálogo secreto con matices inalcanzables para todos los demás.

El film logró un amplísimo reconocimiento cinematográfico en el momento de su estreno, solo ensombrecido por aquella desafortunada rueda de prensa en el Festival de cine de Cannes. La película ganó (o fue nominada, como en el caso de nuestros Premios Goya) en múltiples categorías en muchos festivales en Estados Unidos y en Europa, fue incluida en el TOP 3 de las mejores películas del año por la revista Film Comment, y literalmente arrasó en los premios de cine daneses (Robert), imponiendo su hegemonía artística hasta en diez categorías, incluyendo Mejor Película, Mejor Actriz Protagonista, Mejor Actriz de Reparto y por supuesto, Mejor Director. ¿Una explosión efímera? Por el contrario, lo mejor del gran éxito del film Melancolía fue que los efectos de sus imágenes se sintieron aún al final de la década, cuando los críticos y las revistas más importantes se vieron obligadas a ignorar la antipatía que se había labrado Lars von Trier, sobre todo con sus desafortunados chistes antisemíticos de 2011, e incluir el film en muchos de los rankings de las mejores películas de los años 2010-2019. Así, en 2019, la prestigiosa revista Time la incluyó en su ranking de mejores películas de la década, como también hizo la emblemática Cahiers du Cinema, que además la colocó nada menos que en octava posición. Por su parte, la revista Vulture consagró a Melancolía nombrándola “mejor película de la década de los 2010”, y abriendo la puerta a una resituación del film en la perspectiva de la historia del cine: una selección internacional de críticos la puso en el puesto 43º de las mejores películas del siglo XXI. Diez años después del estreno del film, Keith Phipps, colaborador de importantes revistas de cine como Vulture, reconocía: “La película ha persistido (…) apareciendo a finales de los años 2010 en muchas listas de lo mejor de la década, [y] ahora parece probable que sea recordado como el trabajo insignia de Von Trier”1. Ciertamente, las fuerzas de lo políticamente correcto han sufrido con Melancolía una importante derrota.

La representación de la depresión en el cine

¿Dan cuenta todos estos premios de la calidad cinematográfica del film, es decir, estrictamente cinematográfica, o debe su éxito al fortísimo vínculo que establece con quienes sufren en primera persona la enfermedad? Seguramente, ambas cosas al mismo tiempo, pero lo indudable es que la calidad de la obra debe mucho al propio desgarro sufrido por Lars von Trier, al acierto visual con el que el cineasta supo traducir en imágenes la devastación existencial por la que había transitado, presente no solo en Melancolía, sino también en Anticristo (2009), la primera película de la llamada “Trilogía de la Depresión” —y que se completaría con Nymphomaniac en 2013—. En palabras de Irene de Lucas, en el libro SOLARIS #7 Trilogía de la Depresión, de Lars von Trier:

La muerte de un hijo a cámara lenta, una cierva dando a luz una cría muerta, un zorro desmembrado y un cuervo apaleado, testículos aplastados, mutilación genital en primer plano… Nada era lo bastante atroz, despiadado, para gritarnos la magnitud de su desgarro, para exorcizar ese abismo de dolor2.

Un dolor que en Anticristo había servido para la búsqueda de la representación de una fase de horror, pero que en Melancolía parece servir a una articulación más productiva, más fructífera y equilibrada, en unos términos más precisos que, sin renunciar a los recursos más propios de la poesía —no en vano es una película incontestablemente poética, especialmente en su prólogo—, redondea y afina la vivencia de la depresión hasta una forma elocuente, auténtica y verdadera, con la que recrea su lapso más oscuro e interminable, y también más incomprendido. 

[Lars von Trier] transmutó su experiencia a una parábola que haría comprensible su infierno existencial, y en el que se reconoce por fuerza todo aquel que lo ha sufrido. Melancolía es uno de los más bellos e íntimos retratos de la depresión en el cine3.

El profesor y crítico de cine Emanuel Levy también afirma que aunque el film puede resultar “dramáticamente desigual y demasiado enigmático para los gustos de la mayoría (…) Von Trier logra visualizar el estado de depresión y destrucción de una manera sorprendentemente convincente”4. En una dirección similar se expresa Sophie Monks Kaufman, una de las investigadoras que más ha indagado en la relación que los pacientes de depresión tienen con el film de Lars von Trier:

[Melancolía] merece ser reconocida como una obra maestra perdurable, una que se adelantó al reconocimiento actual del discurso cultural sobre nuestra crisis de salud mental, y describió, con una potencia cinematográfica total, cómo puede transformar el alma humana5.

La investigadora entrevistó a personas que no solo habían atravesado la depresión en primera persona, sino que incluso lo estaban haciendo mientras se produjo el estreno de Melancolía, y que, por tanto, tuvieron ocasión de ver el film desde una posición especialmente significativa. Tal fue el caso de Jamie Graham, un autor de textos sobre cine, que vio la película en su estreno en Cannes en 2011 mientras pasaba por una depresión que duró unos tres o cuatro años:

Definitivamente recuerdo haber tenido la sensación de que la persona que había escrito y dirigido esto tenía esa experiencia de primera mano (…) Era una forma en que no había visto la depresión mostrada en otras películas. Así que me pareció muy personal6.

Quizás la clave esté en esa última palabra, “personal”; una realidad íntima de la que el cineasta tampoco da claves demasiado reveladoras, que seguramente caerían en el espacio de lo morboso, pero que se trasluce en sus imágenes, haciendo sentir que esa escritura fílmica es una ventana abierta a un abismo vivido en el espacio de lo privado. En sus entrevistas, Lars von Trier nunca negó su padecimiento —de hecho lo había anunciado oficialmente en 2007—7, cuenta algo de su experiencia, pero siempre desde una narración externa asociada a la producción del filme, o relacionada con la motivación por rodarlo, bordeando las experiencias personales que alcanzan en el film una terrible amplitud.

Melancolía (Lars von Trier, 2011)

Esa aludida intimidad en el espacio de lo “muy personal” pudo haber sido también el punto de conexión con Kirsten Dunst, la actriz protagonista, su alter-ego en el film y el personaje que sufre la depresión en Melancolía. De hecho, la propia actriz había sufrido esta enfermedad, experiencia previa de la que seguramente extrajo recursos y recuerdos con los que dar forma a su personaje, y que el propio Lars von Trier pone en valor asegurando que ayudó a la película8. Quién sabe si esa experiencia personal pudo ser el complemento perfecto para ese ejercicio de representación de la enfermedad en la pantalla, que además también tuvo rédito para la propia actriz, pues de hecho obtuvo el máximo galardón en la categoría de Mejor Actriz en la famosa edición del Festival de Cannes de 2011. Jamie Graham también subrayó el trabajo de la actriz: “[para mí] tuvo sentido descubrir que Kirsten Dunst también había sufrido [depresión] porque su actuación se siente muy vívida y auténtica»9. Un tándem, el de Lars von Trier y Kirsten Dunst, capaz de construir escenas de cine como fragmentos de realidad —“La verdad es que trabajando con Lars uno vive las escenas como si fueran experiencias y no como una actuación”, diría la actriz—10 y para conseguir un hito en la historia de la representación cinematográfica de la enfermedad mental, un cierto punto de inflexión:

En los 10 años desde que se creó Melancholia, parece que la conversación sobre la salud mental ha progresado, con más personas que usan sus plataformas para confiar sus experiencias de enfermedad mental con la esperanza de hacer su parte para desestigmatizar y educar. Sin embargo, la fuerza de Melancholia sigue siendo más fuerte que nunca, porque hace posible un tipo de conexión primaria con el tema que es el signo de un arte mayor11.

Esta representación de la enfermedad alcanza en Melancolía una emoción claustrofóbica, que nos sitúa en el epicentro de las ruinas del personaje de Justine (Dunst), y que nos mantiene en sus coordenadas, con pocas opciones escapatorias, durante la primera parte del film. Justine se mantiene en ese centro, en proceso de descomposición, desmoronándose ante nuestros ojos y sin que nadie a su alrededor pueda prestarle la ayuda que precisa, o deje de culparla por no poder ser la persona que esperan que sea en un día tan importante como el de su enlace matrimonial. 

La película se niega a dejar que los espectadores desvíen la mirada de Justine, mostrando la depresión como algo real, pesado y sin lógica. Es incómoda en su fatalismo, pero eso también la hace fiel a la experiencia12.

Melancolía (Lars von Trier, 2011)

Y todavía, Von Trier nutre y fortalece la representación de su padecimiento con un tropo poético de primer orden, no como un detalle adicional, un complemento representacional de la experiencia depresiva, sino como la metáfora-base de toda la propuesta de Melancolía, cuya potencia se asemeja a la de un planeta impactando contra la Tierra, contra el universo narrativo del director. Se obran así múltiples lecturas, metafóricas y psicológicas, de una realidad que deviene fílmica, en el mejor sentido, pero que adquiere de su metáfora astronómica las dimensiones y la potencia de choque necesaria para que las imágenes puedan desbordar y hacer sentir el tránsito imposible de la depresión:

Al equiparar la depresión personal con el fin literal del mundo, von Trier ha creado un retrato explosivo del sufrimiento emocional y se ha ganado algunas de las críticas más positivas de su carrera13.

Seguramente, una conquista inolvidable de la historia del cine, aunque pueda parecer excesivo en estos términos. Von Trier sabía de Anticristo ya en aquel mes de mayo de 2007, cuando anunció que dejaba el cine —ahora sabemos que no fue exactamente así—, y desconocemos si su trabajo de concepción del film se benefició siniestramente de su padecimiento, o si tan solo lo problematizó hasta el extremo, pero debemos aceptar que la suya se ha convertido en una de las depresiones visuales más compartidas de la historia de esta enfermedad, y su presencia en el arte ha dado modelo a tantas otras que estarán por venir en el cine. Algo necesitó decir, y algo de ello debió ser dicho, porque muchos años después de su recuperación, Von Trier ha llegado a ver algo bello en el final de Melancolía:

El fin del mundo nunca se había visto tan hermoso y, en opinión de von Trier, Melancholia tiene el final más feliz de todas las películas de su carrera14.

Referencias

1.  PHIPPS, K. (2021, 10 de noviembre). ‘Melancholia’ at 10: A Decade of Waiting for the End of the World. The Reveal. Recuperado de: https://thereveal.substack.com/p/melancholia-at-10-a-decade-of-waiting?s=r
2.  LUCAS, I. de (2021). Melancolía: La conciencia de lo ineluctable. En SÁNCHEZ RAMOS, R. & VILLARREAL, M. (Eds.). Trilogía de la Depresión, de Lars von Trier. Colección SOLARIS. Madrid: Trama editorial. 
3.  LUCAS, I. de, op. cit
4.  LEVY, E. (2020, 2 de mayo). 2010-1019: Best Films–Von Trier’s Melancholia (2011), Starring Kirsten Dunst. Emanuellevy. Recuperado de: https://emanuellevy.com/review/30-best-films-of-past-decade-von-triers-melancholia-2011-starring-kirsten-dunst-in-breakthrough-performance/
5.  KAUFMAN, S. M. (2021, 13 de mayo). Is Melancholia the greatest film about depression ever made?. BBC. Recuperado de: https://www.bbc.com/culture/article/20210512-is-melancholia-the-greatest-film-about-depression-ever-made
6.  Citado en KAUFMAN, S. M., op. cit.
7.  El director Lars Von Trier se retira del cine temporalmente por depresión. (2007, 14 de mayo). Europa Press. Recuperado de: https://www.europapress.es/cultura/cine-00128/noticia-director-lars-von-trier-retira-cine-temporalmente-depresion-20070514124552.html
8.  WIGON, Z. (2011, 23 de octubre). Collision Course. Filmmaker Magazine. Recuperado de: https://filmmakermagazine.com/32792-collision-course/#.Yj74MufMKUk
9.  Citado en KAUFMAN, S. M., op cit
10.  LERMAN, G. (2011, 4 de noviembre). Kirsten Dunst: «Con Lars vives las escenas como si fueran experiencias». La Vanguardia. Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/cine/20111104/54237766787/kirsten-dunst-con-lars-vives-las-escenas-como-si-fueran-experiencias.html
11.  KAUFMAN, S. M., op. cit.
12.  PHIPPS, K., op. cit.
13.  WIGON, Z., op. cit.
14.  ARNONE, J. (2021, 25 de marzo). Ranked: Lars von Trier’s Filmography. Under the Radar. Recuperado de: https://www.undertheradarmag.com/lists/ranked_lars_von_triers_filmography